Mariposas o dinosaurios

Mariposas o dinosaurios

Dinosaurios con mariposas en campo de flores

Más que cifras, personas

Cifras según El País y Eurostat
→ En España, uno de cada cuatro trabajadores tiene ya más de 55 años (El País, 2024).
→ En Europa, más del 21% de la población supera los 65 años (Eurostat, 2023).
Estas cifras no son meros datos demográficos: son un recordatorio de que vivimos más y mejor, y que la experiencia acumulada se convierte en un patrimonio colectivo.

La Fundación Giordani insiste en que la longevidad debe pensarse como una oportunidad de compartir, acompañar y tender la mano entre generaciones.

El valor de acompañarse

Cuando en las empresas se habla de talento senior, a menudo se subraya su compromiso, su capacidad de resiliencia o su visión estratégica. Pero desde una perspectiva solidaria, lo que se pone en el centro es el acto de acompañar: los mayores enseñan, pero también aprenden; los jóvenes aportan frescura, pero también necesitan el consejo y la serenidad de quienes ya han recorrido otros caminos.

Es un dar y recibir constante

Una relación de fraternidad que fortalece no solo al equipo, sino a la comunidad entera. Como recuerda la Fundación Giordani, “la solidaridad intergeneracional no es un deber, es un modo de ser empresa”.

Hacia empresas mariposa

La metáfora entre dinosaurios y mariposas, mencionada por Mercedes Jones (Centro de Innovación Social de UdeSA, Forbes Summit 2024), cobra aquí un matiz profundo. Los dinosaurios se aferran al miedo al cambio y reproducen exclusiones; las mariposas, en cambio, nacen de un proceso de transformación y apertura. Ser una empresa mariposa significa construir espacios de confianza, escucha y dignidad compartida.

En Europa, estudios revelan que los equipos intergeneracionales son un 28% más innovadores (Boston Consulting Group) y resuelven crisis un 76% más rápido (Deloitte). Pero, más allá de la estadística, lo esencial es que esas cifras reflejan algo humano: cuando trabajamos juntos, nos cuidamos mejor.

Prepararse no para la edad, sino para la vida

La pregunta de si hay que prepararse para los +50 cambia de sentido cuando se adopta la mirada solidaria. No se trata de prepararse para “sobrevivir” en el mercado laboral, sino de cultivar una vida plena, con aprendizajes continuos, redes de apoyo y confianza en el propio futuro. Como señala la Fundación Giordani, “no existe edad para la fraternidad, porque el tiempo no desgasta la solidaridad”.

El talento sénior no es un recurso a administrar, sino una presencia humana que transforma. En tiempos donde la soledad y la fragmentación social amenazan, la diversidad generacional es un gesto de cuidado colectivo.

Entrevista a Iñigo Vázquez Miranda

Entrevista a Iñigo Vázquez Miranda

Entrevista sobre experiencia de voluntariado en Valladolid.
es posible (2)

Sobre la experiencia de voluntariado ¿Cómo llegaste a la organización y qué te motivó a empezar a ser voluntario?

Resulta que soy scout, y el último año antes de ser monitor se busca hacer alguna actividad de servicio durante el curso, y yo conocía que en mi parroquia existía este voluntariado, me lo recomendaron y me apunté.

Describe un día típico de tu voluntariado. ¿Cuáles son tus responsabilidades principales?

Pues yo voy los miércoles (también se sale los lunes), se empieza a las nueve en el centro del voluntariado, donde se tiene todo el material. Ahí preparamos la ruta que hace cada grupo de personas; a qué personas se ve y si hay algo importante a tener en cuenta, como llevar algo concreto que necesiten. Principalmente se lleva siempre una bolsa con café, leche, galletas, atún, azúcar, etc. Y se sale a visitar a cada persona, algunos en coche y otros andando.

Se va visitando a cada persona, las cuales ya saben que vamos a pasar. A todos se les ofrece un café o un colacao caliente, aunque realmente la comida es una excusa para hablar con ellos. Algunos tienen más ganas de hablar, y otros simplemente del Colacao. El objetivo principalmente es entablar una relación con ellos, estar un rato charlando, que sientan sobretodo que a alguien le importa como están.

¿Podrías compartir una experiencia o anécdota que haya sido especialmente significativa para ti?

Por ejemplo se me ocurre la experiencia con Javier. Javier es una persona que duerme en la entrada de la estación de autobuses de Valladolid que tiene una prótesis en la pierna, ya que la perdió hace tiempo en un accidente,siempre me encantaba verle. A pesar de lo difícil que es su situación siempre tenía ganas de hablar contigo y de regalarte una sonrisa; su alegría y sencillez para ver las cosas te llenaban el corazón y te subían los ánimos de un momento, pero sobretodo te daban perspectiva para ver de otra forma todos los problemas de tu vida cotidiana. 

Ya no le visitamos, ya que una noche le fueron a ver unos compañeros y le notaron muy mal porque le dolía la pierna, él no quería ir al hospital pero al final le convencieron para llamar a la ambulancia. En el hospital le encontraron que tenía una infección en la pierna, y que cada vez estaba creciendo más. Le tuvieron que  operar de urgencia, prácticamente le salvaron la vida. Incluso a pesar de todo, en el hospital Javier seguía viendo el lado positivo de todo; iban a visitarle, le daban de comer tres veces al día, podía hablar con los enfermeros, etc.

Ahora Javi está en un albergue, con una nueva prótesis, y buscando un piso al que poder ir a vivir.

¿Sientes que el trabajo que haces genera un impacto real? ¿Cómo lo percibes?

A veces es difícil ver el resultado que tienen nuestras acciones, ya que aunque les visitemos todas las semanas, al final casi nunca cambias la situación de calle que tienen las personas que visitamos, y eso puede llevar a la idea de que no lo que hacemos no sirve de nada, pero no es así. Es algo que he pensado mucho durante el curso, al fin y al cabo no somos asistentes sociales, y las personas que visitamos tienen situaciones muy complicadas que en última instancia solo pueden cambiar si ellos lo eligen. A pesar de ello, tienen que luchar cada día con la soledad y la indiferencia de los demás, lo cual no se merece nadie. El acto de tener gente que se acerca a verles, que les pregunta como están, como lo llevan, que se preocupan por ellos y sobretodo les hagan sentir que son personas, aunque muchos vayan a seguir en la misma situación, el hecho de hacerles sentir que son personas merece la pena. Como decía Chiara Lubich, “cualquier acto por pequeño que sea, si se hace con amor se vuelve grande”.

¿Cómo ha cambiado tu visión del mundo o de tu comunidad desde que empezaste?

Con este voluntariado he aprendido muchas cosas, al final creo que cualquier voluntariado es una experiencia que también ayuda a uno mismo.

Hablar con personas que viven en una situación tan complicada y aislada de la sociedad, y que tienen que lidiar con cosas tan duras como no tener un sitio donde dormir, te da mucha perspectiva sobre las cosas por las que te quejas, y te ayuda a estar agradecido por todas las cosas que tienes, no solo por las cosas materiales, sino también por las relaciones y personas que me rodean en mi vida, ya que muchas de las personas que viven en la calle están ahí por haber tenido relaciones muy complicadas con la gente que le rodea.

¿Qué consejo le darías a alguien de tu edad que esté pensando en hacer un voluntariado?

— Que se atreva a hacerlo, que aunque pueda dar palo porque parezca que te va a quitar tiempo, es una experiencia que merece la pena y que te va a sumar mucho a tu persona.

Mirando hacia el futuro, ¿crees que el voluntariado seguirá siendo parte de tu vida?

Puede que de una forma distinta, ya que hay muchas formas de ayudar a las personas, pero espero seguir implicado en iniciativas de servicio.

Jornada global por la paz 2025

Jornada global por la paz 2025

La fundación Giordani se une a la acción del 21 de septiembre de 2025 propuesta por Living Peace International , esta invitación la podemos hacer extensiva a todos, desde los pequeños a sin límite de edad, jóvenes embajadores de la paz y escuelas a unirse a una jornada global de acción por la paz. El objetivo es transformar el llamado de la ONU en iniciativas locales y concretas, mostrando que cada pequeño gesto contribuye a un mundo más pacífico.

Actividades Sugeridas:

Ceremonia de Banderas por la Paz : Organizar un izado o exposición de banderas en la escuela o en la comunidad, acompañado de un momento de oración o reflexión, simbolizando la unidad entre continentes.

Talleres Juveniles por la Paz: Realizar talleres o diálogos sobre resolución de conflictos, empatía y diálogo intercultural, reflexionando sobre los desafíos locales y globales.

Time Out for Peace – Enfoque Especial : Dedicar un momento central, especialmente el 21 de septiembre, para hacer juntos el Time Out, orando con insistencia y renovada fe por la paz en Gaza y por la resolución de todos los conflictos existentes.

Campaña en Redes Sociales: Compartir videos, fotos o mensajes que muestren cómo los participantes contribuyen a la paz en su vida cotidiana, utilizando los hashtags #LivingPeace #ActNowForPeace.

Acciones Creativas: Animar a los jóvenes a crear obras de arte, música o teatro inspirados en el tema, mostrando cómo los pequeños gestos pueden generar ondas de paz.

Compartir y Crear Redes: Dar a conocer las iniciativas realizadas ese día o durante la semana de la celebración del Día Internacional de la Paz. Nuestra fuerza está en vivir cada acción como parte de una red, reforzando nuestro compromiso. Cada contribución, por pequeña que sea, es fundamental e irreemplazable.

Conexión Global : Recoger fotos y testimonios para compartir con la red internacional de Living Peace, creando un mapa visual de las acciones de paz en todo el mundo.

Mensaje Clave:

“La paz comienza con nosotros. Cada elección, cada acción y cada palabra pueden contribuir a un mundo más seguro, más justo y más pacífico. El 21 de septiembre, Living Peace International transforma el llamado de la ONU en nuestras propias acciones, mostrando que los jóvenes pueden ser líderes del cambio. Al actuar juntos y compartir nuestras experiencias, fortalecemos nuestro compromiso colectivo con la paz.”

Los diferentes capitales y el ejercicio del poder

Los diferentes capitales y el ejercicio del poder

Capital + Poder

Correcciones | María Jesús Aranda

León y garza en balancín con monedas

1. Capital económico

Es el más evidente: recursos materiales y financieros (dinero, propiedades, bienes).

Ejemplo: una familia con gran poder adquisitivo puede pagar colegios privados, viajes al extranjero o tratamientos médicos exclusivos.

Ejercicio de poder: quienes poseen más capital económico influyen en el acceso de sus hijos a mejores oportunidades educativas y laborales.

2. Capital cultural

Incluye conocimientos, títulos académicos, competencias lingüísticas, hábitos de consumo cultural y la capacidad de «saber moverse» en ciertos contextos.

→ Ejemplo: alguien que domina varios idiomas y conoce referentes artísticos universales puede desenvolverse con soltura en ambientes internacionales.

→ Ejercicio de poder: el capital cultural legitima a ciertas personas como “cultas” y a otras como “ignorantes”, generando jerarquías simbólicas.

3. Capital social

Se refiere a las redes de relaciones y contactos que facilitan el acceso a oportunidades.

→ Ejemplo: conseguir un trabajo bien remunerado gracias a la recomendación de un conocido influyente.

Ejercicio de poder: quienes tienen amplias redes pueden obtener ventajas sin necesidad de poseer gran capital económico.

4. Capital simbólico

Es el reconocimiento, prestigio y legitimidad que se otorga a un individuo. Funciona como una “aura” de autoridad.

→ Ejemplo: un profesor universitario reconocido tiene capital simbólico que le permite influir en debates sociales, aunque no sea millonario.

→ Ejercicio de poder: el prestigio da capacidad de imponer definiciones de lo que se considera válido, verdadero o respetable.


El poder, para Bourdieu, no se ejerce solo de manera explícita (como una orden o coacción), sino también de forma simbólica y sutil. Esto ocurre cuando las jerarquías parecen “naturales” o “justas”, aunque en realidad responden a desigualdades en la distribución de capitales.

Ejemplo

En una entrevista de trabajo, dos candidatos con igual formación académica no son evaluados igual. El que domina un código cultural cercano al del entrevistador (forma de hablar, gustos, modales) tiene ventaja, aunque esto no se note de forma explícita.

Aquí el poder se ejerce a través del capital cultural y simbólico, no únicamente del económico.

Del límite a la fraternidad

Del límite a la fraternidad

Conozcamos qué significa vivir al borde para sentirse vivo

Correcciones | María Jesús Aranda

Personas saltando al agua desde un barco
Adobe Firefly

Hay quienes saltan desde un acantilado. Otros viajan sin plan, gastando lo poco que tienen en una experiencia irrepetible. Muchos buscan en la noche esa intensidad que la rutina no les da.

La constante es la misma: el límite se convierte en un lenguaje. Un grito silencioso que dice: “quiero sentirme parte de algo, quiero recordar que estoy vivo”.

Las experiencias extremas son el escenario donde los jóvenes —y no tan jóvenes— negocian su identidad. El riesgo no es solo riesgo: es pertenencia, es reconocimiento, es catarsis.

La cultura del exceso como pertenencia

Vivimos en un tiempo donde la experiencia vale más que la cosa. No importa tanto tener un coche como poder contar que cruzaste Europa en tren. No se trata de la cerveza en sí, sino de la noche que recordarás (o grabarás).

Detrás de cada exceso late algo profundamente humano, una búsqueda desenfrenada de sentido auténtico.

¿Qué es lo que mueve realizar experiencias extremas?

1. El estatus instantáneo

En la era digital, la validación no se mide solo en aplausos en la discoteca o gritos en la playa. Se mide en “me gusta”, en visualizaciones, en comentarios que confirman que “estuviste ahí” y que tu experiencia fue única.
El salto desde un puente, el after interminable o el festival maratónico se convierten en credenciales sociales. El riesgo otorga prestigio inmediato, aunque sea efímero.
La frase es clara: “si no está en redes, no pasó”.

2. La experiencia vivida para contarla

Ya no basta con consumir un producto, hay que vivir algo que pueda ser narrado. Comprar una entrada no es adquirir acceso a una fiesta, sino comprar la posibilidad de un recuerdo épico.
De ahí que cada detalle importe: el dress code, la foto con el DJ, el vídeo del amanecer, la historia que se cuenta después. La experiencia no termina en el momento vivido, sino en el relato que se comparte. Como decía Pine & Gilmore, hemos pasado de poseer cosas a poseer historias.

3. Identidad del yo que se construye en el riesgo

El sociólogo Stephen Lyng lo llamó edgework, es esa frontera donde uno se mide a sí mismo. Al poner el cuerpo en juego —saltando, bailando, desafiando el cansancio o la seguridad— se produce una sensación de autenticidad.
Es el relato clásico: “yo estuve allí, hice esto, sobreviví”.
El riesgo no es solo adrenalina es también identidad. En cada desafío se construye un yo que se siente más fuerte, más valiente y más real.

4. La inestabilidad que empuja a los excesos

Muchos de los que buscan intensidad lo hacen desde un presente frágil: contratos temporales, sueldos bajos, viviendas imposibles. El futuro es incierto, así que el presente se exprime hasta el límite. Se puede decir entonces, de día la precariedad y de noche el sentido de control simbólico: aquí decido yo, aquí tengo el poder de brillar aunque sea unas horas.
La falta de horizontes estables empuja a vivir con más fuerza cada instante: la intensidad es un antídoto contra la incertidumbre.

5. Intensidad de la comunidad al límite

El límite no se vive en soledad. Lo que más importa es hacerlo acompañado. La fiesta, el salto, el reto: nada tendría sentido si no hubiera alguien al lado para decir “yo también estuve allí”.
En esa complicidad extrema, se gesta una forma de fraternidad. Una tribu efímera, pero intensa, donde lo central no es lo que haces, sino con quién lo haces.

Luces y sombras

Sin embargo la frontera entre el disfrute y el peligro es frágil. La adrenalina es lo que une, sí, pero también desgasta. La búsqueda de intensidad puede volverse una adicción. El Alcohol, las drogas, el sexo sin cuidado y además donde el consentimiento es difuso.

El riesgo es un espejo que puede reflejar valentía y al mismo tiempo vulnerabilidad.

Y ahora, ¿qué hacemos?

No basta con poner límites al riesgo ni con señalar lo destructivo. La tarea es mucho más grande: abrir horizontes. Porque detrás de cada experiencia extrema, por más caótica que parezca, vibra un deseo legítimo de pertenencia, de ser escuchado, poder expresarse y vivir con un sentido.

Desde el tercer sector lo sabemos bien. Hemos visto cómo esa energía que a veces se derrama en la fiesta, en la noche o en el exceso, puede encontrar un cauce más profundo y fecundo. Esa misma necesidad de comunidad en una discoteca, puede transformarse en una comunidad de fraternidad real, la que se construye cuando uno decide arriesgar su tiempo, su talento o incluso su comodidad para ponerse al servicio de los demás.

La intensidad no está solo en la autodestrucción. También se encuentra en la entrega. Quien cruza medio mundo para colaborar en la Casa de los Niños en Bolivia sabe lo que significa un desafío extremo: no se trata de sobrevivir a una noche, sino de arriesgar el corazón para transformar la vida de alguien. Quien acompaña a un inmigrante recién llegado, en sus miedos y esperanzas, también experimenta una forma de adrenalina: la que nace de saberse parte de algo mucho más grande que uno mismo.

Y, sobre todo, la pertenencia real no está en un vídeo viral ni en un amanecer compartido con desconocidos, sino en esa tribu que no se disuelve al día siguiente, sino que permanece y se sostiene en el tiempo.

Por eso, la pregunta no es cómo impedir que los jóvenes busquen intensidad. Esa búsqueda es legítima y siempre estará ahí. La verdadera cuestión es cómo acompañarlos a encontrar lugares donde esa intensidad no se convierta en autodestrucción, sino en fraternidad.