Una llama de esperanza que sigue encendida

Casa de acogida Chiara Luce

En el corazón de una ciudad abierta a la fraternidad y el encuentro como es Sevilla, un pequeño sin embargo luminoso proyecto de acogida continúa su caminar con pasos firmes y esperanzados. Casa de acogida Chiara Luce no es solo un espacio físico; es un hogar donde cada gesto cotidiano se transforma en testimonio de una humanidad nueva, tejida con paciencia, oración, y compromiso concreto.

Durante estos meses, se han vivido momentos que trascienden lo anecdótico. Uno de los jóvenes acogidos ha culminado con éxito sus prácticas, integrándose plenamente en su entorno laboral, sintiéndose valorado y útil, aportando no solo esfuerzo sino también alegría y conocimiento. A pesar de los desafíos de salud, logró asistir con constancia, dejando huella en quienes compartieron esta experiencia con él.

Otro miembro de la casa continúa su proceso de inserción a través del trabajo agrícola, mientras vivía con profunda dedicación su fe durante el mes del Ramadán. La convivencia en este periodo fue una verdadera lección de respeto mutuo: unos cocinaban con esmero, otros respetaban los silencios o los horarios distintos. Cada uno aportaba desde su sensibilidad, generando una armonía real, concreta. Esta experiencia común mostró que es posible vivir en fraternidad, aun en medio de diferencias religiosas o culturales.

Incluso en las dificultades, como un apagón inesperado que impidió un tratamiento médico importante, surgieron espacios para redescubrir la belleza de lo simple: un juego compartido, un paseo en bicicleta, una oración en la oscuridad. No hizo falta electricidad para “conectarse” con lo esencial. Fue una noche donde la luz interior brilló con más fuerza que la exterior.

El camino no está exento de desafíos

Los procesos legales que aún esperan resolución, incertidumbres que persisten. Sin embargo hay también mucha vida, mucho amor recibido y ofrecido. La comunidad local ha respondido con una generosidad conmovedora, como lo fue durante una reciente iniciativa de recaudación, en la que no solo se sumaron recursos económicos, sino vínculos humanos que siguen dando fruto.

Este proyecto sigue siendo posible gracias a todos los que lo sostienen con sus acompañamiento, su tiempo, sus donaciones y sobre todo, con su fe en una humanidad más justa e inclusiva. Desde aquí, se teje una red silenciosa, pero poderosa, de solidaridad que rompe barreras y construye futuro.


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