Migración en 2024
Claves para gestionar el crecimiento en Europa
La inmigración no debe verse como un problema a resolver, sino como un motor esencial del desarrollo sostenible tanto para las personas migrantes como para las sociedades que las reciben. A lo largo de la historia, los flujos migratorios han contribuido significativamente al crecimiento económico, social y cultural, fortaleciendo la fuerza laboral, aumentando la inversión y enriqueciendo la diversidad cultural. Hoy en día, en un contexto europeo, la inmigración sigue siendo un fenómeno clave para afrontar los retos demográficos y laborales que enfrentan muchos países.
No obstante, cuando la migración ocurre de manera masiva o no regulada, surgen retos complejos que requieren una gestión eficaz. Si estos movimientos se gestionan adecuadamente, pueden ser una fuente de crecimiento tanto para los países de destino como para las personas recién llegadas. La dificultad de gestionar la inmigración ha crecido de manera significativa en las últimas décadas, ya que cada vez más personas se ven forzadas a abandonar sus hogares por factores económicos, políticos, sociales o climáticos.
En Europa, el tema de la inmigración se ha convertido en un eje central del debate político y social. Según datos recientes, la mayoría de los flujos migratorios en el continente son regulares, es decir, ocurren de manera legal y a través de canales formales. Sin embargo, la migración irregular también está presente, y esta suele darse cuando personas ingresan o permanecen en un país sin los permisos o documentos requeridos por la ley. Esto trae consigo una serie de desafíos tanto para los migrantes como para las sociedades receptoras.
Una de las principales causas de la migración es la búsqueda de mejores oportunidades laborales y educativas, así como la reunificación familiar o la huida de situaciones de conflicto o desastres naturales.
“El mayor problema es la percepción del problema en sí».
«No se trata de una emergencia ni de una invasión inmanejable, como se suele describir, sino de un fenómeno estructural que forma parte de nuestra realidad histórica. Es un flujo continuo de personas que, si son adecuadamente acogidas y redistribuidas, pueden convertirse en un recurso para nuestra ciudad y nuestro país. Si el fenómeno migratorio no se comprende ni se aborda con las herramientas adecuadas, inevitablemente generará desconfianza, miedo, intolerancia y rechazo». Explica Claudia, miembro de la comunidad del Movimiento de los Focolares en Trieste, una ciudad que trabaja en la acogida de inmigrantes.
Cada año, miles de personas pierden la vida o desaparecen en rutas migratorias peligrosas, mientras que el tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas continúan proliferando. Para muchos gobiernos europeos, una respuesta común ha sido el endurecimiento del control de fronteras, intentando cerrar los puntos de entrada a la migración irregular.
Aunque es cierto que una gestión eficaz de las fronteras es fundamental para prevenir la migración irregular y combatir las redes de crimen organizado, esta no puede ser la única respuesta. Es imprescindible que las políticas migratorias vayan más allá del control fronterizo y aborden el fenómeno de manera integral. Un enfoque más holístico debe considerar tanto los beneficios económicos de la migración como los riesgos asociados, al mismo tiempo que se actúa sobre las causas que obligan a las personas a abandonar sus países de origen.
El Marco de Gobernanza de la Migración de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ofrece directrices claras sobre cómo gestionar estos movimientos. Entre las principales recomendaciones destacan:
- Promover la estabilidad y las oportunidades en los países de origen: Si se reducen los factores que impulsan la migración forzosa, como la falta de empleo o la inestabilidad política, las personas tendrán la opción de quedarse en sus países en lugar de verse forzadas a emigrar.
- Recopilación y uso de datos: Es vital contar con información precisa y actualizada sobre los movimientos migratorios, la situación del mercado laboral y las tendencias demográficas para elaborar políticas basadas en hechos y diseñadas para maximizar los beneficios de la migración.
- Fomentar la cooperación regional: La colaboración entre países europeos y con los países de origen de los migrantes es esencial para reducir los efectos negativos de la migración irregular y, al mismo tiempo, fomentar el desarrollo humano y económico a largo plazo.
El potencial positivo de la migración es enorme. Si se gestionan bien, los flujos migratorios pueden generar importantes beneficios socioeconómicos tanto para las personas migrantes como para las sociedades que las reciben. «Europa me dio la oportunidad de empezar de nuevo», dice Fatima, una refugiada siria en Alemania, “pero también quiero dar algo a cambio, contribuir”. Este sentimiento es compartido por muchos migrantes que desean integrarse plenamente y participar activamente en el crecimiento de sus nuevos países de residencia.
Para que Europa logre capitalizar estos beneficios, las políticas migratorias deben estar orientadas no solo a controlar los flujos, sino también a promover el bienestar social y económico de los migrantes. A su vez, estas políticas deben estar alineadas con las normativas internacionales, respetando y protegiendo los derechos humanos sin discriminación por origen, género o religión.