
Los jóvenes son la savia nueva de la sociedad. Su capacidad crítica y su deseo de cambio los convierten en actores fundamentales para consolidar la democracia. Sin su implicación activa, aumenta el riesgo de que el sistema derive en dinámicas autoritarias o en una política manipulada por unos pocos.
— D., desde tu experiencia, ¿consideras que los jóvenes muestran interés por la política y la democracia? Depende. Algunos sí, pero muchos otros sienten que la política no les representa o que su voz no cuenta. Existe una gran desconfianza en las instituciones. Sin embargo, lo que más motiva a la juventud es participar en causas concretas, como la defensa del medio ambiente o los derechos humanos, más que en la política tradicional. — Se habla mucho de la «posverdad» y la desinformación. ¿Cómo afecta esto a la participación de los jóvenes? L. S.: Muchísimo. Vivimos en una era en la que los hechos objetivos pesan menos que las emociones o las creencias personales. Es muy fácil caer en bulos o teorías conspirativas si no se fomenta el pensamiento crítico. Por eso es crucial que el sistema educativo no solo proporcione información, sino que enseñe a reflexionar sobre ella y a cuestionarla. — D., como estudiante, ¿te sientes preparado para distinguir entre información veraz y manipulada? D. R.: No siempre. A veces te llegan tantas versiones de un mismo hecho que es difícil discernir cuál es la correcta. Pero con el tiempo he aprendido a contrastar fuentes y a no compartir información sin verificarla. Ojalá en los colegios y universidades nos enseñaran más sobre ello. — Hablando de educación, ¿qué cambios creéis que deberían introducirse en el sistema educativo para formar ciudadanos democráticos? L. S.: Primero, enseñar a formular y responder preguntas complejas. No basta con memorizar fechas y nombres; es fundamental analizar causas y consecuencias. También hay que fomentar el debate respetuoso y la capacidad de evaluar diferentes puntos de vista sin caer en la descalificación personal. Las ideas deben debatirse, pero las personas merecen respeto. — Eduardo Galeano decía que los pequeños actos pueden transformar la realidad. ¿Cómo pueden los jóvenes influir en la democracia sin necesidad de estar en política? D. R.: Hay muchas maneras. Participando en movimientos sociales, votando, informándose y educando a otros. Incluso usar las redes sociales para denunciar injusticias o compartir información verificada puede ser una acción política. No hace falta ser candidato para impulsar cambios. — Para terminar, ¿qué mensaje daríais a los jóvenes sobre su papel en la democracia? L. S.: No os quedéis en la indiferencia. La democracia no consiste solo en votar cada cuatro años; se trata de participar activamente en la construcción de una sociedad justa y equitativa. Aprended, cuestionad, participad. D. R.: Vuestra voz importa. No dejéis que otros decidan por vosotros. Si queréis cambios, sed parte de ellos. — Muchas gracias por esta interesante conversación. Esperemos que inspire a muchos jóvenes a involucrarse en la democracia.
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