No nacimos para quedarnos quietos
La juventud que construye paz en medio del caos
Mientras Gaza sufre uno de los asedios más largos y brutales de nuestra época, una parte del mundo —la más valiente— no se conforma. Son jóvenes que no tienen todas las respuestas, pero tampoco quieren quedarse de brazos cruzados. Creen que la paz no es una utopía ingenua, sino un deber urgente. Y lo están demostrando con hechos.
El 9 de junio, las fuerzas israelíes interceptaron el barco “Madleen”, parte de la Flotilla por la Libertad, que intentaba llevar ayuda humanitaria a Gaza. A bordo viajaban 12 activistas, entre ellos Greta Thunberg. El arresto, en aguas internacionales, ha sido calificado como ilegal por organismos internacionales. Pero más allá del hecho en sí, lo que este episodio revela es algo más profundo: la voz de una generación que se niega a callar.
Una juventud que ya está actuando
Muchos jóvenes en distintas ciudades y países están tomando postura, desde la acción más pequeña hasta gestos internacionales. ¿Qué hacen?
- Organizan recogidas de alimentos, conciertos solidarios, mercadillos y charlas informativas.
- Escriben a embajadas, participan en foros de derechos humanos, y dialogan con colectivos diversos para exigir que se respeten los principios humanitarios.
- Se forman en resolución no violenta de conflictos y ponen en práctica métodos como la resistencia civil, el activismo creativo o la mediación comunitaria.
- Sostienen comunidades y barrios en crisis con voluntariado, alfabetización o acompañamiento emocional.
Actúan sin odio, pero con firmeza. Y lo hacen con un enfoque humano, ético, basado en la convicción de que cada vida cuenta, y que el dolor de una persona en Gaza también nos toca.
Una fuerza interior que no depende de etiquetas
Lo más inspirador es que muchas de estas personas no lo hacen por ideología o religión. Lo hacen por coherencia. Porque no soportan la injusticia. Porque creen que vale la pena luchar por un mundo donde nadie quede descartado.
Estas acciones se sostienen con:
- Reflexión crítica: sobre geopolítica, economía, medios, privilegios y poder.
- Espacios de diálogo seguro y profundo, donde compartir lo que sentimos frente a tanta violencia.
- Prácticas cotidianas de empatía y cuidado, empezando por lo más cercano: la forma en que tratamos al otro, cómo escuchamos, cómo actuamos.
No es heroísmo. Es humanidad consciente.
Gaza nos necesita. El mundo también.
¿Y tú? ¿Qué puedes hacer desde tu lugar?
- Infórmate con fuentes fiables y comparte con responsabilidad. Las redes sociales son un arma poderosa: úsalas bien.
- Organiza o participa en acciones locales: manifestaciones pacíficas, cartas públicas, performances, podcasts o eventos informativos.
- Crea comunidad: busca a otros que quieran actuar y construyan juntos algo más sólido que una indignación fugaz.
- Apoya con tu tiempo, tus habilidades o tus recursos a iniciativas humanitarias que trabajan en el terreno.
- Entrénate en la no violencia: leer, dialogar, practicar. Es más que una estrategia: es una forma de estar en el mundo sin repetir sus violencias.
Cuando todo parece oscuro, seamos luz. Cuando otros callen, seamos voz. Cuando se imponga la guerra, seamos humanidad.
Cambiar el mundo no es una frase de cartel. Es una decisión diaria, sostenida por pequeñas acciones, por vínculos reales, por ideas que se hacen carne. La juventud que ya lo está haciendo no necesita permisos, solo aliados.
No hace falta que compartamos las mismas creencias para compartir la misma causa. Lo que importa es que no seamos cómplices del silencio.
Este es nuestro momento.
Gaza nos llama.
El mundo necesita que estemos despiertos.