El Poder del Pacto Ético-Político

Compromiso ciudadano más transparente y constructivo.

Las elecciones europeas son una oportunidad única para reflexionar sobre la importancia de la ética y la responsabilidad personal en el ámbito político. A menudo, en estos tiempos de votaciones, se busca el equilibrio entre el compromiso ciudadano y la integridad ética. Quisiera compartir una reflexión basada en la experiencia de Tommaso Sorgi, un político que entendió profundamente la necesidad de mantener la política separada de las afiliaciones eclesiales y partidistas, así lo expresaba Antonio María Baggio para la revista Cittá Nuova.

Tommaso Sorgi, diputado italiano por tres legislaturas, en sus años de servicio público, evitó siempre participar en reuniones de la comunidad de los Focolares a la que pertenecía, durante las elecciones, especialmente si eran públicas. Su razón era clara: no quería que su pertenencia a una comunidad religiosa influyera en las opciones políticas de los demás. Según Sorgi, «la elección de la orientación política debe ser siempre personal, responsable, laica, hecha en conciencia y no por obediencia». Estas palabras resuenan hoy más que nunca, recordándonos que cada ciudadano debe decidir su voto basado en una reflexión personal y ética, no en presiones externas.

Inspirado por experiencias como la de Sorgi, surgió la idea del «pacto ético-político». Este concepto propone que un grupo de ciudadanos activos puede unirse para apoyar a uno o varios candidatos, colaborando en la creación de su programa y acompañándolos durante su mandato. Este apoyo no se limita a la fidelidad ciega, sino que incluye la crítica constructiva y el compromiso con la transparencia y el bien común.

El pacto ético-político se distingue por su carácter inclusivo y su alejamiento de los intereses partidistas. Los ciudadanos que forman parte de este pacto no actúan como fieles de una religión, sino como individuos comprometidos con los principios éticos más elevados. La fe puede inspirar estos valores, pero las decisiones concretas sobre cómo aplicarlos deben ser fruto de un diálogo abierto y laico, permitiendo la diversidad de opiniones y estrategias.

Este enfoque tiene una virtud particular, que Tommaso Sorgi llamó «castidad política». Esta castidad no se refiere a la abstinencia física, sino a la transparencia y al desapego del interés propio en la esfera pública. En esencia, es la capacidad de actuar en política con una integridad que trasciende los intereses individuales y partidistas, buscando siempre el bien común a través del diálogo y el compromiso crítico y constructivo.

Para quienes se presentan como candidatos o votan en las elecciones europeas, este pacto ético-político ofrece una guía valiosa. No se trata de un simple intercambio de favores, sino de un compromiso genuino con la mejora de nuestra sociedad. Como ciudadanos europeos, tenemos la responsabilidad de participar activamente en el proceso democrático, apoyando a aquellos candidatos que demuestren un verdadero compromiso con la ética y la transparencia.

En breve


Las elecciones europeas nos brindan la oportunidad de aplicar los principios del pacto ético-político en nuestra vida pública. Siguiendo el ejemplo de Tommaso Sorgi y otros líderes que han priorizado la integridad y el bien común, podemos trabajar juntos para construir una Europa más justa, transparente y comprometida con los valores éticos más altos. Este es el momento de actuar como ciudadanos responsables, conscientes de nuestro poder y nuestra responsabilidad en la construcción de un futuro mejor para todos.